Requisitos
para Ingresar al Aspirantado:
1. Haber cumplido dieciocho (18) años de edad.
2. Ser presentada al equipo de la zona y a la promotora del país donde se encuentra.
3. Haber llenado los requerimientos de la pastoral vocacional:
4. Acompañamiento vocacional por lo menos durante un año.
5. Haber compartido con la comunidad en la cual está realizando el acompañamiento.
6. Haber participado por lo menos en una convivencia de zona, antes de la experiencia vocacional anual, organizada por la Congregación.
7. Participar en la experiencia vocacional anual, organizada por la Congregación.
8. Realizar entrevista con la Superiora General o Delegada para su admisión.
Presentar:
1. Documentos
de identidad civil.
2. Certificado
de Bautismo y de Confirmación.
3. Título de
bachiller.
4. Otros
certificados o títulos académicos, si los tiene.
5. Carta de
recomendación del Párroco o sacerdote conocido.
6. Certificados
de salud física, odontológica y evaluación psicológica, avalado por la
comunidad que la envía, a fin de solventar adecuadamente durante el proceso las
dificultades que presenta.
7. Declaración
firmada por la joven, válida civilmente, donde conste que su servicio en la
Congregación es voluntario, sin remuneración.
Etapas de Formación
Primera Etapa:
Aspirantado
El aspirantado es el periodo en el cual la joven que demuestra inquietud por la vida religiosa, tiene los primeros contactos con la Congregación, comprueba sus aptitudes y su sintonía con el carisma de la Congregación y comienza su gran aventura vocacional: caminar hacia el Padre bajo la acción del Espíritu Santo acompañada de Jesús, Camino, Verdad y Vida.
En esta etapa la joven realiza gradualmente la transición de la vida secular a la vida religiosa y se permite a las formadoras evaluar sus aptitudes para ser iniciada en la vivencia del carisma. La duración de esta etapa es flexible; puede extenderse entre 6 meses, un año o más, según la edad, madurez y preparación de cada una. Culminado este proceso y previa opinión del equipo formador la Superiora General la admite al Postulantado.
Segunda Etapa:
Postulantado
La segunda etapa,
ayuda a la postulante a profundizar en el conocimiento de la Congregación y su
carisma, para hacer un discernimiento más objetivo de su propia vocación. Le
permite crecer en:
- Madurez humana y cristiana.
- Cultura general básica.
- Equilibrio de la afectividad.
- Capacidad de vivir en comunidad.
- Conocimiento de la doctrina de la
Iglesia Católica.
- Iniciación bíblica y litúrgica.
La Superiora
General con las formadoras determinan en cada caso la duración de la segunda
etapa según la madurez y preparación de las jóvenes, pero no menos de un año.
El postulantado
concluye cuando la Congregación acepta a la joven, que a su vez, expresa el
deseo de iniciar la vida consagrada. Para ser admitida al noviciado debe haber
cumplido 18 años (CDC 643).
Tercera Etapa: El Noviciado
La vida religiosa
comienza con el noviciado. Este tiene como finalidad la iniciación integral a
la vida religiosa, a la experiencia del carisma y del patrimonio propio de
nuestra Congregación para adquirir el genuino espíritu eucarístico y el celo
por la glorificación de la divina Eucaristía, de modo que puedan ser
comprobadas la intención e idoneidad de las novicias.
Según el plan de
formación, aprobado por la Superiora General y su Consejo, durante el noviciado
se les estimula e introduce en:
- En la práctica de las virtudes
humanas y cristianas.
- En un camino de
mayor conocimiento y adhesión a Cristo, mediante la oración y la abnegación de
sí mismas.
- En la contemplación del misterio de
la salvación.
- En el carácter, espíritu, finalidad,
disciplina, historia y vida de la Congregación.
- En el amor a la Iglesia y sus
Pastores.
- La práctica de los votos religiosos:
Pobreza Castidad y obediencia
- La vivencia de la vida comunitaria y
fraternidad
El noviciado dura
dos años. El primer año es canónico y por tanto es obligatorio, debe
transcurrir en la misma casa del noviciado; no puede interrumpirse; la ausencia
por más de tres meses continuos o con interrupciones lo hace inválido. La
ausencia que supere 15 días hay que suplirla (CDC. 649). Cuatro
meses antes de terminar el noviciado, las novicias que deseen continuar para
consagrarse a Dios por los votos, pedirán por escrito su admisión a la
Superiora General.
Cuarta Etapa: El Juniorado
En esta etapa se
realiza por primera vez la profesión de los Votos Pobreza, Castidad y
Obediencia. Públicamente, estos votos se renuevan anualmente hasta que se
realiza la Profesión Perpetua.
El juniorado tiene
como fin la consolidación de la experiencia de Dios, la participación en el
misterio pascual de Cristo, el desarrollo armonioso de la vocación y misión
eucarísticas, y la formación intelectual, en fidelidad a las Constituciones.
En esta etapa la
formación es sistemática, según las aptitudes y la particular inclinación;
espiritual y apostólica, doctrinal y práctica; con la obtención de títulos
convenientes para capacitación en las Obras propias de la Congregación; por
tanto, no se les confía a las junioras funciones y trabajos que se la impidan
(CDC. 660).
El tiempo de
duración del juniorado es de 3 años mínimo y de 9 años máximo. Esta etapa
culmina con la preparación inmediata de por lo menos tres meses, a ser posible
en la casa del noviciado, donde las junioras puedan dedicarse, libres de
estudios académicos y trabajos apostólicos, a una renovada experiencia de Dios
y detenida revisión de los votos y de las Constituciones, que les permita hacer
una síntesis personalizada del carisma y la espiritualidad al servicio de la
misión eucarística.
Culminado este
tiempo y con la admisión de la Superiora General y su Consejo se realiza
la Profesión Perpetua que implica la entrega definitiva a Dios, como
signo de la unión indisoluble de Cristo con la Iglesia, su Esposa.
Quinta Etapa: Formación Permanente
La formación
permanente es un proceso personal y comunitario que abarca toda la vida. En él
desarrollamos de modo ininterrumpido las capacidades propias, el testimonio
evangélico y la opción vocacional.
Por la invitación a
la edificación del cuerpo de Cristo (Ef. 4, 11-12), cada una es directamente
responsable de su formación. Por ello nos esforzamos en cultivar el hábito de
la lectura, el estudio de las Sagradas Escrituras y demás ciencias necesarias
para la misión eucarística, mantener viva la disponibilidad para la oración,
mejorar la capacidad de diálogo, formar una mentalidad abierta y crítica y
desarrollar el espíritu de iniciativa en nuestro proyecto de vida.